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lunes, 12 de septiembre de 2011

El placer de Comer en carretilla y no en Mistura

No sentamos muy amenamente frente a un plato y sobre aquello se vuelcan las espectativas de disfrutar de aquello, de sentirlo hasta el alma.
Desde cualquier lugar de la ciudad, desde el restaurante más especializado y caro, hasta el kiosko mas sensillo y barato, todo gira en función al alimento, al disfrute al goce, al placer momentaneo pero social de disfrutar por un momento de aquello que nos lleva a salibar.
Si bien este goce es producto de un fin de singularidades y de una construcción cultural y social, de ingenios, de pruebas, tiene un efecto totalmente positivo sobre la producción y consumo, desde cualquier ángulo que se pueda ver, la "tía que vende mollejitas a una luca", o la señora gordita que vende higaditos en Alfonso Ugarte, en Puente Trujillo, y hasta último pude observar  y consumir porque no decirlo (me provocó instantaneamente por las conjunciones de los olores que de ahí emanaban-el aji, con la leche , el pan el queso) ají de gallina o de pollo al paso.
Es así que la producción de estos puestos, el montaje de cada carretilla con todos los implementos contiene un esfuerzo para el vendedor -económico y temporal-, aún mayor será el esfuerzo para producir el sabor, y que a la ves este sabor sea compatible totalmente al gusto del transeunte anónimo que deambula por ahí, el objetivo se logra, sino es instantaneamente, es en pocos días donde la conjunción de sabores, aunado a los olores que brotan de la parrilla carretillera, atraera cual somnífero a cualquier sujeto. es una producción del sabor que tiene un  efecto muy relevante, y que desarrolla las bases para poder sostener una microeconomía dentro de la salvaje selva de cemento que es Lima.
La carretilla existe, está ahí, es un producto de la necesidad, es creativa, dinámica, s accesible, es barata, está a la mano y es rápida.
Estos últimos días fueron dedicados a la promoción de nuestra gastronomía, y aún existen dudas que sea un rasgo que nos puedan identificar hacia fuera. claro es facil ser identificado hacia fuera, pero aqui el problema es ser idenficado hacia dentro, poco le interesa a la señora de las mollejitas o del ají de gallina de carreta que sean identificados hacia fuera, lo que le importa es el día dia del sabor, el que sean identificados aqui dentro del laberintico pensamiento peruano, y que esa identificación claró esta venga acompañada con un consumo de sus mollejitas. Pero claro la fama solo se rige a lo formal, para ser alguien de existo debes tener algo que identifique que existes, asi como el DNI, o tu carnet de salud para manipular alimentos. Es asi que nuevamente y clasicamente el reconocimiento se reduce a un mero papeleo.
Si bien mistura es una feria gastronómica interesante, para el que toma su carro en Alfonso Ugarte, Pte Trujillo, o el que vive muy lejos, le cuesta mucho darse el lujo de gastar 15 soles para solo ingresar y observar en un medio que es mas estimulante que visual, es así que el acceso o difusión se reduce a aquellos que tienen un poco más para gastar, obviamente que seguro las críticas serán duras, y aún en el pensamiento peruano no se entinde que 15 soles son 15 soles, y que bueno es el pasaje de un universitario con todo y comida durante una semana, o es el sueldo de muchos subempleados durante dos dias de trabajo, pero bueno olvidemos este desequilibrio estructural dentro de un este espacio de difusión que se asemeja a la Feria del Hogar de antaño, de los cuales muy pocos a no ser de los que tenían disfrutaron.
Es así que el re-conocimiento solo está en funsión a difundir los cupos en estos espacios, mas limpios, ordenados, esterilizados, legalizados, formales, pero y que pasa con lo informal, claro lo informal es tangencial, si bien dentro se desarrolla "Mistura", fuera se desarrolla "Mixtura" (en sentido real e informal de algo que son varias cosas diferentes). La producción de lo formal se debe a la experimentación en lo informal, aquí esta el rollo del asunto, que la producción que realiza la tia de la mollejita es una efectiva industria del sabor sin reconocimiento (legal y espacial), pero legítima en la esquina, al paso del transeunte que ya la conoce y que pide "bien taypá", son de estos sujetos informales de creación e improvisados los cuales debemos de tomar testimonio de exito en el sabor y a los cuales se debe de dar un espacio para poder rafirmar el exito de la calle.
El sabor de la calle, es el gusto del pueblo, lo que mas se acerca, la que mas interacciona, la que mas posibilidades de exito y acercamiento de consumo tiene, la que cautiva con sus olores de aderezo, con los sonidos de conjunción entre la parrilla y lo que se fríe, viendo el choclo cubierto de aji con cebolla china, o aquella papa rellena doradita que nos provoca tanto, con ese saborcito tan propio del mercado, de nuestra casa.